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2018-11-07
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María Munoz, Swiss Aerosol Award 2018María Muñoz Fernández, ingeniera química e investigadora valenciana, acaba de recibir el galardón Swiss Aerosol Award de 2018 por sus estudios sobre los peligros que acarrean los gases de escape producidos por los motores de combustión.
María realiza su trabajo en la EMPA (Laboratorio Federal Suizo de Ciencia y Tecnología de Materiales), donde investiga la naturaleza de las emisiones de los motores GDI (inyección directa de gasolina). Sus resultados son alarmantes: los vehículos GDI emiten hasta 17 veces más sustancias cancerígenas que los vehículos diésel modernos.
Norbert Heeb y Maria Muñoz en su laboratorio de EMPA. Créditos de la imagen: EMPA
La polémica está servida. Esta investigación contradice los mensajes de crítica al motor diésel y las medidas de sanción adoptadas por el gobierno.
Es un hecho que todos los motores contaminan aunque de diversas maneras. En principio los motores de gasolina producen más gases de efecto invernadero que los diésel (ya que consumen más combustible por km), y estos últimos producen más partículas de hollín y óxidos de nitrógeno que se acumulan en forma de smog y polución en las ciudades (debido a que usan combustibles más aceitosos, que arden a mayor temperatura que la gasolina, y que generan más carbonilla).
Las recientes medidas anti-diésel implantadas por las administraciones locales y nacionales han disparado las ventas de los coches de gasolina y se espera que potencien las ventas de eléctricos (la alternativa más ecológica). La inyección directa de combustible posibilita el control informático de la cantidad de combustible que se quema en cada instante y también la secuenciación más adecuada para cada régimen de potencia y revoluciones de la máquina. Al regular exhaustivamente el caudal, la presión y el tiempo de inyección a distintos márgenes dinámicos, el rendimiento del motor de gasolina aumenta significativamente. Pero estos avances no parecen suficientes.
María estudió las emisiones de los motores GDI en el proyecto GASOMEP, dirigido por Norbert Heeb, investigador de EMPA, en colaboración con un equipo de Científicos e ingenieros de la industria y de I+D. Comparó vehículos GDI con otros Diésel equipados con filtros de partículas de vanguardia. Los resultados del estudio son alarmantes: todos los GDI probados, construidos entre 2001 y 2016, produjeron gases de escape genotóxicos. El potencial carcinogénico de estos gases de escape fue hasta 17 veces mayor que el de un vehículo diésel actual.
NOTA: La genotoxicidad es la capacidad de dañar el material genético mediante agentes físicos, químicos o biológicos. El impacto en el material genético incluye no sólo al ADN, sino también a todos aquellos componentes celulares que se encuentran relacionados con la funcionalidad y comportamiento de los cromosomas dentro de la célula (Wikipedia).
Los motores de gasolina GDI de hoy en día son, según este estudio, significativamente más peligrosos para la salud que los automóviles diésel modernos, ya equipados de serie con filtro de partículas. El peligro radica en que muchos hidrocarburos aromáticos que se desprenden de la combustión de la gasolina se fijan a las partículas de hollín.
El humo sin filtrar de un vehículo GDI contiene hasta 1000 veces más partículas y 20 veces más HAP (hidrocarburos policíclicos aromáticos), que el gas de escape de un vehículo diésel Euro 5 equipado con un buen catalizador. El hollín cargado de HAP que inhalamos llega hasta los alveolos de los pulmones donde se depositan las partículas con alta concentración de elementos cancerígenos y mutagénicos. Desde allí pasan con facilidad al torrente sanguíneo y se distribuyen por el cuerpo.
Una directiva de la UE limita la concentración de benzopireno en el aire a 1 ng/m3. En el escape de un vehículo GDI, las concentraciones de benzopireno variaron entre 8 y 2600 ng/m3. Por lo tanto, un metro cúbico de gas de escape debe diluirse hasta 2600 veces para no superar los límites establecidos.
La OMS ha clasificado a los gases de escape diésel sin filtrar como carcinógenos de Clase 1. Son, después del tabaco y el radón, el factor de riesgo más importante en el cáncer de pulmón. Los filtros de partículas y catalizadores en los motores de gasoil reducen el peligro de sus emisiones y por eso se montan de serie en todas las gamas modernas. La mayor complejidad de estos motores resulta en un encarecimiento respecto de los de gasolina de potencia similar. Lo razonable sería aplicar el mismo criterio a los coches de gasolina ya que se ha probado la peligrosidad de sus emisiones.
El día 1 de septiembre de 2018 entró en vigor la normativa que exige a los vehículos GDI cumplir con los mismos límites de partículas que los motores diésel. La cuestión que se presenta con más dificultades es la de qué hacer con los más antiguos que siguen en circulación. Lo ideal sería retirarlos de las carreteras pero sería una medida demasiado drástica. Tal vez habría que plantear la disyuntiva entre deshacerse del vehículo y exigir el montaje de sistemas de escape equipados con filtros adaptados a las viejas motorizaciones.
El trabajo de María Muñoz muestra que la calidad de la tecnología de filtración utilizada es decisiva. Actualmente ya posible reducir el valor límite de las partículas contaminantes en un 90%. Para conseguirlo sería necesario establecer un consenso en la industria de automoción en cuanto equipamiento, estándares y precios.
Fuente: EMPA
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