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2022-12-31
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Crónica edulcorada de un año malo
El día de fin de año -justo después del almuerzo-, nos quedamos un rato en casa viendo la televisión, y mientras esquivábamos anuncios dándole al mando para arriba y para abajo, caímos en el programa Resumen del Año 2022 que emitía la 1ª cadena de TVE. La crónica anual teatralizada la protagonizó Luis Tosar que, en un tono grave, fue contando lo acontecido a lo largo del año, con un guion que se preveía cargado más de episodios amargos que de momentos dulces.
El realismo resulta incómodo para el mundo audiovisual ya que genera más abúlicos que fans, porque la tele es más de fiestas y circo que de conocimiento crítico. Además, el periodismo de información suele mostrarse bajo una atmósfera un tanto aséptica que no suele embelesar a las ociosas audiencias. El Resumen del Año 2022 sorteó bien estas dificultades mediante un discurso emotivo y personalista. No aburrió.
Pero vayamos al asunto que nos llamó la atención y que son las menciones a la covid. La primera es a los pocos minutos de iniciarse el programa y ocurre en la escena en la que un señor le pide un café a Antonio Resines que hace de camarero tras la barra de un bar. Se trata de Francisco Camacho, un malagueño al que se le perforó el corazón en un accidente de tráfico y que manifiesta sentirse muy agradecido a la sanidad pública por salvarle la vida. A esta confesión añade Resines su agradecimiento (pues él también estuvo grave por covid en el hospital), y destaca que la sanidad es un tesoro que tenemos que cuidar. Concluye diciendo: “Hay que tener cuidado con la covid, que todavía hay casos”.
La segunda es en el minuto 19, cuando Tosar hace esta reflexión: “Soy un año con cara de malo, un año malo… Otro… no sé si mejor o peor que tú, 2021…”. Mientras dice esto, la cámara va girando hacia una esquina donde aparece Blanca Portillo -la actriz que represento al 2021 en la anterior edición-, pero que responde con el silencio de una mueca, a medio camino entre la resignación y la conformidad.
Tosar continúa: “Pero también ha habido días de playa, días felices, rayos de sol… Habéis podido quitaros la mascarilla en muchos sitios… aunque no haya que bajar la guardia…”. Mientras tanto, se muestran imágenes de un niño quitándose la mascarilla, el chupinazo de San Fermín (con las calles abarrotadas de gente), un concierto y la inauguración de las Fallas con la Mascletá. Unos breves rótulos señalan que la mascarilla aún es obligatoria en centros sanitarios y en el transporte público y que ya han vuelto las grandes celebraciones.
Como veis, ni una palabra de los muertos que ha dejado la covid este año (entre 30.000 y 40.000 en España). En cambio, en el minuto 15:24 -justo antes de esta secuencia del “año malo”-, se muestra un texto que afirma: “Según la OMS, el calor ha provocado 15.000 muertes en Europa”. Es así como termina la secuencia del cambio climático y de las agresiones medioambientales. Curioso que inmediatamente después venga la secuencia del “año malo”. Con esta manera de exponer los hechos se desliza una idea interesada: la de que el cambio climático será la causa del exceso de muertos que habrá en el futuro, no la covid. Me he tomado la libertad de extraer estas ideas y ponerlas en orden opuesto en el siguiente vídeo. El mensaje cambia substancialmente.
El día uno me enteré por las redes sociales de que el director y guionista del programa fue Carlos del Amor Gómez, un periodista de informativos de TVE que además escribe y es un apasionado de la pintura. Todo este bagaje cultural se manifestó en un estilo narrativo cargado de lirismo y en una ambientación pictórica extraída del Museo Reina Sofía del cual se mostraron cuadros como el “Guernica” de Picasso para recordar las calamidades de la guerra, o la obra “Un mundo” de Ángeles Santos (pintora gerundense de la generación del 27), para contextualizar un mundo, cianótico, grotesco, cuadriculado; mundo en que las mujeres juegan un papel fundamental: se encargan de mantenerlo vivo transportando la luz de la esperanza que recogen del sol y la convierten en estrellas que llenan la penumbra; todo un alegato feminista.
Es sencillo justificar una posición política en situaciones problemáticas complejas haciendo que la responsabilidad sobre las mismas quede diluida en la masa; por supuesto, mucho más sencillo que dar respuesta sobre aquellas otras situaciones cuya evolución depende de las medidas políticas que se adopten. Una buena dramatización puede difuminar las responsabilidades políticas y alentar al pueblo a que también lo haga, pues ante el problema de la pandemia no hay otra senda que transitar que no sea la de la resignación. Y este es el mensaje: que cada uno actúe bajo la máxima de que no se puede hacer otra cosa que “tirar p’a lante” y gozar del momento. ¿Se podría esperar otra cosa de una crónica de la televisión pública?
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